Menopausia: cómo nos afecta y cómo tratar los síntomas (I)

síntomas generales de la menopausia

Menopausia: cómo nos afecta y cómo tratar los síntomas (I)

En la vida de las mujeres existe un momento que suele marcar la diferencia en la edad adulta, ese momento es la menopausia. Este término proviene de las palabras griegas  men (mes) y pausis (cese).

Esta etapa comienza por el cese de funcionamiento de los ovarios, descendiendo la producción de estrógenos y progesterona de forma progresiva. Dejamos de ser fértiles y se acelera nuestro proceso de envejecimiento.

La OMS define la menopausia como el “cese permanente de la menstruación, después de 12 meses consecutivos de amenorrea, sin causas patológicas”. A día de hoy y debido a numerosos tratamientos hormonales, cirugía de extirpación de ovarios e incluso a los tratamientos para erradicar cánceres hormono-dependientes, puede haber casos de menopausia precoz o adelantada a la edad de aparición más habitual, que ronda en torno a los 48-54 años.

Las distintas etapas de que consta este proceso son:

Premenopausia: este periodo suele durar unos 5 años, siendo más corto en mujeres fumadoras y que sufren estrés de manera constante. Comienzan a aparecer algunos de los síntomas.

Menopausia: desaparece la menstruación y aparecen todos los posibles síntomas.

Postmenopausia: se estabilizan todos los cambios derivados del descenso hormonal.

 

¿CUÁLES SON LOS SÍNTOMAS GENERALES DE LA MENOPAUSIA?

Existe una gran variedad en cuanto a la manifestación de los síntomas, pudiendo aparecer algunos que condicionan la calidad de vida de la mayoría de las mujeres, tanto en lo social como en lo laboral, mientras que otras no experimentan casi ninguno.

Los posibles síntomas que pueden aparecer en todo el proceso son:

  • Alteración del ciclo menstrual: va desapareciendo de forma variable en cada mujer, desde alargamiento de cada ciclo hasta cese brusco sin más.
  • Disminución de energía o cansancio.
  • Sequedad y flacidez de piel: apareciendo arrugas y perdiendo luminosidad.
  • Sequedad de mucosas: incluyendo sequedad vaginal, ya que las paredes de la vagina se vuelven más delgadas y menos elásticas, perdiendo parte de su humedad natural. Esto producirá escozor, irritación, ardor y dispareunia (dolor al mantener relaciones sexuales), afectando hasta el 30% de las mujeres mayores de 50 años.
  • Cambios vasomotores: que generarán los conocidos sofocos. Comienzan con una intensa y rápida sensación de calor y ansiedad de una duración que oscila de los 30 segundos a los dos minutos. A su vez desencadenará un aumento del flujo sanguíneo en cuello, cara y tórax provocando sudoración y palpitaciones. El estrés, cambios bruscos de temperatura, comidas abundantes picantes o muy especiadas así como el consumo de alcohol los desencadenan. Suelen persistir por tiempo variable, hasta 5 años en un 20% de las mujeres.
  • Cambio en la distribución de la masa ósea: comienzan los primeros indicios de la futura osteoporosis estableciéndose de forma progresiva por el descenso hormonal, a menos que se tomen medidas preventivas.
  • Cambios emocionales: como depresión, ansiedad, irritabilidad o pérdida de la capacidad de concentración y trastornos del sueño.
  • Cambios en la grasa corporal: su porcentaje comienza a incrementarse ascendiendo hasta el 33% a partir de los 40 años y aproximadamente al 42% a partir de los 50. Una parte de las mujeres solo experimentan el cambio de la composición corporal, mientras que otras aumentarán la cifra de peso total, afectando de forma negativa a la aparición de otras patologías como la diabetes, patología articular, o incrementando el riesgo cardiovascular, ya que a partir de esta etapa el depósito de la grasa se dirige predominantemente a la zona abdominal, y es conocido que este tipo de depósito está directamente relacionado con el incremento del riesgo cardiovascular.
  • Molestias urinarias: infecciones de orina e incontinencia urinaria.
  • Cambios en la vida sexual: en muchas mujeres debido a la falta de estrógenos, como ya se ha mencionado, se produce sequedad vaginal y esta es la causa de que se afecte su vida sexual teniendo, una solución muy sencilla como es el uso de lubricantes. Sin embargo, a pesar de solucionar el problema de la lubricación, muchas de ellas experimentan disminución de la libido o falta de apetito sexual; otras, al contrario, ante la desaparición del riesgo de un posible embarazo no deseado disfrutan de una sexualidad plena.
  • Dolor articular: la menopausia y el propio proceso de envejecimiento producen daños en el cartílago, huesos y líquido de rodillas, hombros, dedos y cadera.
  • Dolores de cabeza, mareos y vértigos.
  • Afecciones bucodentales: Ardor, sequedad bucal y gingivitis descamativa que provocarán la aparición de caries. También pueden aparecer alteraciones debidas al uso de medicamentos para combatir la osteoporosis: los bifosfonatos varían la fisiología ósea de la mandíbula dificultando su proceso de reparación.
  • Osteoporosis o pérdida de masa ósea: como hemos mencionado, comienza a producirse desde la perimenopausia, pero se afianza en esta etapa debido a la importante disminución de los estrógenos que dejan de ejercer su acción protectora. Debemos detectarla de forma precoz ya que se ha visto una clara relación con el incremento de fracturas óseas, siendo la mejor forma para detectarla es la densitometría ósea de columna lumbar y fémur.
  • Alteraciones cardiovasculares: este es uno de los aspectos más importantes en la salud de la mujer menopaúsica. Desaparece el efecto protector que venían desarrollando los estrógenos con su acción vasodilatadora y de control del perfil lipídico, la cardiopatía isquémica puede manifestarse como angina de pecho o infarto de miocardio.
  • Caída o debilitamiento del cabello y mayor vello facial: las causantes de ambos eventos vuelven a ser las hormonas. En este caso también se consideran implicadas progesterona, testosterona y hormonas tiroideas.

Nunca debemos olvidar, que aun cuando se esté o no en tratamiento de cualquiera de los síntomas de la menopausia, es conveniente realizar los siguientes controles con la periodicidad que se recomienda:

  • Exploración ginecológica, anual.
  • Citología vaginal, anual.
  • Mamografía bianual o anual en función de la edad y los factores de riesgo asociados, consultar con su médico.
  • Ecografía transvaginal, anual.
  • Análisis de sangre, que incluya perfil hormonal, anual.

En nuestro siguiente artículo explicaremos los diferentes tratamientos que hay para cada uno de estos síntomas.

 

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